Para rescatar el tema de memoria
social visto en clase, relaciono con ello el Ángel de la Independencia o
Monumento de la Independencia, cuya ubicación es en la ciudad de México y que
ha servido de referencia cultural desde hace varias generaciones. Éste es una
columna honoraria rematada con una estatua de la Victoria de Alada sosteniendo
una corona de laurel y una cadena rota de tres eslabones, esta columna se
levanta a su vez sobre un pedestal escalonado completado por diferentes
estatuas e inscripciones alegóricas a la independencia de México.
Y precisamente eso, el monumento
nos invita a mantener viva la memoria del proceso por el cuál atravesó nuestro
país para ser libre y soberano, así como recordar a todos los que murieron para
darnos Patria. Desde 1843 con el presidente López de Santa Anna, pasando por
1865 con los emperadores de Habsburgo, se trató construir un monumento que
hiciera alusión a nuestra gesta independentista; por motivos sociales,
económicos y políticos el proyecto se suspendió hasta 1902, año en que el
general Porfirio Díaz designó al arquitecto Antonio Rivas Mercado para la
construcción del actual monumento. Ese año se colocó la primera piedra y el
viejo dictador la inauguró el 16 de septiembre de 1910 durante el Centenario del Movimiento Insurgente.
El monumento en su fase de
construcción sufrió percances de malos cálculos, hundimientos; sobrevivió a la
Revolución Mexicana, al terremoto de 1957 (que tiró el Ángel) y al de 1986. Con
todo lo anterior, el Ángel de la Independencia sigue ahí, de pie y mirándonos
para recordarnos que los pasos que hoy damos, son producto de nuestra memoria
del pasado.
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